La reproducción asistida ha ayudado a miles de mujeres de todo el mundo a conseguir su deseado embarazo. El primer paso, muy importante, antes de iniciar el tratamiento, es realizar algunas pruebas médicas para poder analizar los resultados y que el equipo médico pueda elegir el tratamiento más adecuado para cada caso.
Como hemos comentado antes, hay diferentes factores que pueden ser la causa del problema de fertilidad. Por este motivo, en todos los casos es necesario realizar un completo análisis que incluirá algunas de las siguientes pruebas médicas.
Un análisis hormonal, con el que se estudian las hormonas más implicadas en la reproducción, llamadas FSH (foliculoestimulante) y LH (luteinizante) o la HAM. Esta información nos permite conocer el número de óvulos de los que dispone una mujer y saber con mayor exactitud cuál es su capacidad para ovular.
Una ecografía es otra prueba muy común y que ofrece mucha información al equipo médico. Permite ver la forma del útero y el estado del endometrio (la zona donde los embriones se van a implantar). Con esta imagen se pueden descartar patologías que dificulten la implantación del embrión, como la endometriosis. Se evalúan también los ovarios, incluyendo un recuento de folículos antrales que nos ofrece también una idea del estado de la reserva ovárica.
La histersalpingografía, también llamada radiografía de trompas, es una prueba que, realizada 3 o 4 días después del sangrado menstrual, nos permite ver la forma interna del útero y de las trompas y saber si éstas están obstruidas o son permeables.
Por último, con una histeroscopia se consigue diagnosticar y solucionar malformaciones en el útero, como pólipos o miomas que dificultan el embarazo. Esta prueba no se realiza rutinariamente, sólo en aquellas mujeres en las que se sospecha alguna malformación uterina. Según cada caso, este examen se realizará con anestesia local o general.